Los viajes esquí, tienden a estar cargados de gran adrenalina, ya que se trata de un deporte extremo; pero la emoción por las altas velocidades que podemos alcanzar o lo fascinante que resulte esta experiencia, no puede hacernos pasar por alto las recomendaciones sobre los equipos de protección personal que debemos llevar con nosotros durante su práctica.
Seas un veterano o un principiante, necesitas estar bien protegido para practicar esquí, puesto que, aunque divertido, es un deporte altamente peligroso en el que un error puede traer como consecuencia nuestra invalidez o peor aún, la muerte.
Ahora bien, existen elementos fundamentales que no podemos olvidar usar cuando vamos a esquiar, entre ellos el casco y las gafas, son los principales. Estos, te protegerán de impactos que pudieran lesionarte gravemente, así como también del efecto de los rayos solares que pueden llegar a causarte quemaduras.
Pero ya que los accidentes también suelen ocurrir cuando disponemos del equipo pero no es el adecuado para nosotros, es importante usar botas, bastones y esquís acordes a nuestra talla y altura.
La vestimenta para viajes esquí
Sabemos que cuando de invierno se trata, mantenernos bien abrigados es fundamental. No obstante, si vamos a realizar actividades como el esquí, no es recomendable usar tantas prendas encima de otras porque esto impide la comodidad y fácil movilidad para maniobrar.
Igualmente, se aconseja que la vestimenta que seleccionemos sea de un tejido tanto impermeable como transpirable; en las tiendas especializadas en artículos deportivos podemos encontrar diversidad de modelos con estas características.
Para mantener el calor corporal, es necesario hacer uso de guantes cómodos, que no impidan la movilidad y gorros que equilibren la temperatura de nuestra cabeza y orejas. Adicionalmente, recordemos aplicarnos un protector labial para evitar que el frío pueda irritarlos.
Planificar viajes en los que podamos reservar tiempo para practicar este deporte es una excelente idea; sin embargo, tenemos que estar conscientes del nivel de riesgo que este implica, así como también reconocer cuán experimentados somos para llevarlo a cabo en rutas y bajo una metodología que no constituyan un peligro para nosotros.
